Después de ver y
analizar lo reflejado en nuestra prensa y en el comunicado emitido por el
gobierno, la letra pequeña nos lleva a realizar una breve reflexión que
dividiremos en dos partes, la primera la dedicaremos a comentar brevemente, ya
que no disponemos del texto definitivo, la modificación de las penas y, una
segunda parte que dedicaremos al análisis, breve también, de los delitos.
Si tuviéramos que
definir nuestra posición en una frase creo que sería algo así: "quisiéramos
que todos los españoles fueran iguales ante la ley" y que nuestros
gobernantes no utilizaran una herramienta tan esencial como el Código Penal
para entretener, desviar la atención de los problemas y confundir a la
ciudadanía.
El proyecto de reforma del Código
Penal que ha presento, la semana pasada, el ministro Gallardón, para endurecer
una serie de delitos, nos muestra algunos de los rasgos más característicos del
populismo al que el “faraónico Alcalde” estaba acostumbrado. Se trata de
adoptar medidas que le permitan amplios titulares de prensa, que ejerzan sobre
los resortes emocionales de la población, pero que no resuelven los problemas
reales de la sociedad. Estamos viviendo tiempos de crisis, y es el momento de
utilizar esta crisis porque es la única oportunidad en la que las masas pueden
cambiar la realidad.
Es cierto que nuestra justicia
está hecha a base de retales ideológicos manteniendo, por un lado delitos
estúpidos y por otro, intentando adaptar nuestro Código Penal a la realidad que
marcan los programas televisivos, con sus estrellas mediáticas a la cabeza,
médicos de una sociedad desgraciadamente enferma que se conforma con la dosis
que diariamente recibe de tertulianos, la mayoría de las veces descerebrados, gente
que, un día es capaz de dar una opinión y al siguiente decir lo contrario, en
función del papel que el presentador del show les reparta.
Pero entremos en materia, el anteproyecto
introduce dos figuras novedosas en nuestra legislación, que destacan sobre el
resto de la reforma, la prisión permanente revisable y la custodia de
seguridad, "la prisión permanente revisable", será una pena, en
palabras del ministro dirigida a proporcionar una respuesta penal más adecuada
a ciertos crímenes que causan una especial repulsa social, similar a la cadena
perpetua que se aplica en otros países, lo que supone, de facto, la renuncia a
la aplicación del principio constitucional de la reinserción de los penados.
En
la misma línea “la prisión permanente revisable” trae consigo un cumplimiento
íntegro de la privación de libertad durante un periodo de tiempo establecido y
solo después de este se aplicará el sistema de revisión que permitirá la puesta
en libertad del condenado si cumple una serie de requisitos, es decir el penado
sabrá cuando ingresa en prisión y no sabrá cuando volverá a disfrutar de
libertad.
Otro de los puntos más llamativos
de la reforma es el referido a lo que se ha dado en llamar “la custodia de
seguridad”, se trata de una medida privativa de libertad para casos
excepcionales que se aplicará una vez cumplida la pena de prisión y después de
que el tribunal valore si se mantiene la peligrosidad del penado.
La custodia
de seguridad tiene una duración máxima de diez años aunque se pondrá fin
inmediatamente a esta medida de seguridad si el tribunal estima que desaparecen
las circunstancias que la hacían necesaria, es decir, se podrá poner en
libertad al penado si con ello la caverna mediática no se opone y vuelve a
montar su juicio paralelo.
Completamente de acuerdo en el único interés mediático y oportunista de estas medidas. Añadiría que desde el mismo momento en el que hacen la propuesta, ya miden los tiempos para desviar la atención sobre los hechos.
ResponderEliminarComo ejemplo el asunto "Bretón". Un circo mediático al que se sumó el ministerio del interior y la jefatura del Cuerpo Nacional de Policía para desviar la atención sobre la cagada que suponían los informes de los investigadores sobre los restos en la hoguera. Inpresentable!